Desconecta para conectar

A veces, pareciera que las obligaciones, el trabajo, las prisas... nos hacen pasar los días sin pararnos a pensar en las cosas importantes de la vida. Divorcios, desamor, odio, hijos que no quieren a sus padres, padres que no quieren a sus hijos, etc. son fruto de la falta de comunicación y de restar importancia a las cosas que verdaderamente la tienen.

El mundo ha sido transformado por el Enemigo de Dios para que nuestras obligaciones nos quiten la posibilidad de pararnos a meditar y a valorar lo que nos rodea. Con Dios nos pasa exactamente lo mismo: somos incapaces de percibir la mano de Dios, porque "no podemos" pararnos a analizar las razones de nuestra existencia y el dramático final de una vida sin Dios. El primer paso para solucionar esta desconexión con la realidad podría ser, precisamente, desconectar.



Que Dios os bendiga.

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