El acceso a los recursos naturales es otro indicador de la creciente desigualdad en el mundo; en China, que cuenta con al menos dos de las ciudades más contaminadas del planeta, una minoría privilegiada se permite respirar aire limpio y saludable, dejando la contaminación para el resto.
Sin duda el acceso a los recursos naturales es ahora mismo otro indicador importante para medir la desigualdad social y económica tan propia de nuestra época. Y si bien uno de los primeros en los que pensaríamos sería el agua —que inexplicablemente, a pesar de ser un recurso vital, su acceso no es igualitario—, el modo de vida contemporáneo perfila al aire como otro de los posibles motivos de disputa en días futuros.
Por lo pronto ya en China, que tiene el nada honroso honor de contar entre sus fronteras con algunas de las ciudades más contaminadas del planeta (Pekín, la capital, y Linfen, por mencionar dos ejemplos), no todas las personas respiran el mismo aire: a diferencia de una buena parte de la población, una élite privilegiada aprovecha las comodidades que se puede permitir por el dinero que posee y respira el aire que purifican avanzados aparatos fabricados con este fin.
Y en este círculo de oferta-demanda dominado por el mejor postor, la empresa china Broad Group es la que más dividendos recoge por saber colocar sus purificadores lo mismo en hogares que en centros de trabajo y en oficinas gubernamentales de alto nivel. Sobre estas últimas, en un contradictorio eslogan comercial elaborado con la retórica más ortodoxa del comunismo de Estado, la empresa promociona sus máquinas de esta manera: “Crear aire limpio, saludable, para nuestros líderes nacionales es una bendición para el pueblo”.
Nota dezpierta: Queridos amigos, esto cada día se parece más a una película postapocalíptica: aire puro para los ricos vs. contaminado para los pobres, órganos de contrabando y sanidad de lujjo para ricos vs. muerte segura para los pobres, alimentos de calidad para los ricos vs. alimentos de plástico y modificados genéticamente para los pobres, enfermedades de diseño administradas en vacunas para los pobres, control de la natalidad por mandato o por adoctrinamiento, en la televisión, anuncios supérfluos que nos aseguran evitar el envejecimiento, etc. Sólo nos faltan coches voladores, pero al menos, ya tenemos coches exclusivamente eléctricos, con los que se seguirán forrando los mismos de siempre claro.
Si a todo esto (y mucho más), sumamos los desastres ecológicos, los terremotos, los volcanes, los movimientos políticos y sociales, la crisis prefabricada y el ecumenismo... ¿todavía alguien puede pensar que a la segunda venida de Jesús le falta mucho?
Que Dios os bendiga.
2 comentarios:
Gracias Dezpierta por ese toque maestro.
Seguimos suspirando y gimiendo, como dice Ezeqiel 9:4.
hasta que Jehová diga ¡basta!
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=A9zrxk9N4e4
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